sábado, 2 de agosto de 2008

“Ley del periodismo”

Por: Hildegard Rondón de Sansó


Ha sido planteada la modificación de la Ley del Ejercicio del Periodismo y cabe preguntarse: ¿Debe existir una Ley del Ejercicio del Periodismo o una Ley del Periodismo? La respuesta es el punto de partida de cualquier debate.

Las leyes de ejercicio profesional forman parte de una etapa en la cual se reguló a las carreras tradicionales, que son aquellas en las cuales el egresado universitario es un profesional que otorga sus prestaciones directamente a un usuario (cliente, paciente), que le cancela los honorarios por los servicios recibidos. Es esta fórmula contractual, la que domina la temática normativa.

Fue así como durante el predominio de la exclusiva concepción del ejercicio profesional como una prestación individual, se regularon las carreras universitarias, que implicaban la relación de un prestador de servicios con un usuario: así la Ley del Ejercicio de la Medicina; de la Odontología; de la Abogacía. Al surgir nuevas carreras, carentes del indicado carácter, sin embargo, se las siguió sometiendo al mismo régimen.

Es por lo anterior que creemos que en estas nuevas profesiones de corte diferente al tradicional lo que interesa es que se regule a la profesión como tal constituyéndose en un texto organizativo; de las formas de prestación y del perfil del prestador.

Por lo que atañe a la necesidad o nó de la reforma de la ley del periodismo, aún cuando dudemos de la validez de los parámetros que la fundamentan, la respuesta tiene que ser positiva, nó por razón del tiempo de su vigencia, sino porque entre el momento de la promulgación y el presente, se produjeron hechos que han modificado el régimen jurídico del país. En efecto, la ley de 1994 fue dictada bajo la Constitución de 1961; en cuanto que la Constitución Bolivariana de 1999, significa un cambio profundo en la vida nacional.

Por si ello fuera poco, hay un factor fundamental que se ha ido delineando en este período, y es la presencia del poder mediático, es decir, los medios de comunicación como factores determinantes de influencia político-social: como una de las armas más importantes en la sociedad. Este enorme valor de la figura se complementa y activa con la internacionalización, o globalización.

Hay una tercera razón de importancia para el cambio, y es que ese poder mediático actual, es un poder desbordado, sin frenos, porque tiene un escudo constituido por el sacrosanto “derecho de expresión”, entendido como un derecho más sagrado que la vida y que la dignidad, ya que surgió a través de la lucha en contra de las tiranías y, al ser ese el origen de su fortalecimiento, adversarlo significa estar ligado a lo que se le opone: las dictaduras, las mordazas, las censuras.

El derecho de expresión se ha trasformado así en una coraza que se ostenta para cubrir cualquier desafuero. Recuerda a la imagen de los niños utilizados para cometer fechorías, dada su impunidad.

Si se mantiene el mismo corte que tiene actualmente la ley, el punto fundamental de su reforma debe estar en el reconocimiento de las distintas maneras del ejercicio del periodismo y en la diversidad de sus instrumentos. Aquí el legislador debería acercarse al uso de las nuevas tecnologías y formas de divulgación y, con la generosidad que debe ser propia de un régimen como el actual, debe acoger todos las iniciativas que están operando en la base de la población para que se fortalezcan las novedades existentes, como lo son entre otros, los medios alternativos.

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