sábado, 23 de agosto de 2008

MPN deplora el terrorismo mediático contra atletas olímpicos

Prensa, www.periodismonecesario.com, República Bolivariana de Venezuela, 21 de agosto de 2008)

El deporte se considera el fenómeno cultural con mayor desarrollo dentro de la esfera humana, y por lo que es importante destacar que el periodismo venezolano necesita de una revisión urgente, específicamente cuando se trata del periodismo deportivo que es el tema abordado en este comunicado.

Sí, el periodismo deportivo tampoco escapa a ese escrutinio que debemos hacer los comunicadores sociales lo más pronto posible. Porque a una fuente que, hasta hace poco tiempo era el oasis para nuestra población, muchos de nuestros colegas terminaron 'contaminándola' y procedieron a humillar, atacar y burlarse de nuestros atletas, a pesar de su loable esfuerzo, para lanzarle sus dardos no al Gobierno Nacional, sino a la figura del Presidente Hugo Chávez.

Lo que está ocurriendo con la participación de Venezuela en los Juegos Olímpicos de Beijing debe servirnos para sentarnos a reflexionar. Nuestro país está presente en las XXIX Olimpíadas con 110 atletas, la cifra más alta desde que en 1948 el ciclista Julio César León desfiló con nuestra bandera en la cita de Londres, Reino Unido.

Ese sólo hecho debe hacernos sentir orgullosos de ser venezolanos y, por ende, impulsarnos a apoyar a nuestros atletas, quienes ganaron sus respectivos cupos a Beijing por méritos propios y no en una rifa. Así lo viene señalando, desde hace tiempo, el Presidente Chávez, quien calificó a los 110 atletas presentes en Beijing como la "Generación de Oro".

El Jefe de Estado está consciente del momento histórico que está viviendo nuestro país en materia deportiva, y es natural que haga énfasis en ese aspecto y lo señale como un logro de la revolución; porque, ¿acaso no es así?, ¿de quién es entonces el éxito? ¿de George Bush, Vladimir Putin, Álvaro Uribe? Pero muchas personas se niegan a admitir esa realidad y parecieran querer tapar el sol con un dedo. ¡Primer error!

En vista de que los resultados en Beijing no fueron los esperados en las primeras de cambio, hasta que Dalia Contreras obtuvo medalla de bronce el miércoles 20 de agosto en la especialidad de Taekwondo, se creó una matriz de opinión para desmeritar la actuación de nuestros deportistas. Y eso lo dice el pueblo, que es sabio. ¡Segundo error!

En cada competencia, nuestros atletas también salieron a dar el máximo de su esfuerzo, pero en el deporte se gana y se pierde, no hay espacio para más, y todos, absolutamente todos ellos, sintieron vergüenza al perder, porque sabían que representaban a 27 millones de venezolanos, un país entero, y no a un sector, un color político, una tolda en particular; no, era nuestro tricolor patrio con sus 8 estrellas.

Para ese sector del periodismo deportivo, la caída de cada atleta significaba un revés para el Gobierno Nacional. ¡Tercer error! En realidad, cada derrota significaba un lamento para cada uno de los venezolanos, a quienes nos invadía la tristeza y la impotencia, porque veíamos que con cada atleta eliminado se iban también las esperanzas de medallas.

Las esperanzas de obtener medallas son las de la población venezolana y seguiremos como pueblo apoyando a nuestra generación de oro. Si algún papel tiene que desempeñar el periodismo deportivo es aportar a que se refuercen las políticas deportivas y apoyar a los atletas de alta competencia; y no hacer leña de nuestros jóvenes talentos como si se tratara de adversarios políticos.

A diferencia de lo escrito por algunos periodistas enemigos del proceso que dirige el presidente Chávez, el Gobierno Nacional nunca habló de pronósticos para los Juegos Olímpicos de Beijing. La ministra del Poder Popular para el Deporte, la colega Victoria Mata, no cometió semejante yerro, sino uno de sus subalternos. Decir entonces que hubo exceso de triunfalismo por parte del Gobierno Nacional es un error; bueno, otro más. Y el Jefe de Estado lo dijo muy claro el domingo 18 de agosto, durante su programa dominical ¡Aló, Presidente!: "A mí no me importan las medallas. ¡Muchachos, ustedes son unos héroes! Siéntanse orgullosos de lo que están haciendo". ¡Más claro, imposible!

Ahora que Dalia Contreras logró una medalla en Beijing, nos preguntamos: ¿cuál será la posición de esos colegas? ¿Harán como el avestruz? ¿O se mostrarán indiferentes ante ese hecho?

Es importante señalar que el periodista deportivo juega un papel determinante en la información que le ofrece al homo ludens y debe revisar su comportamiento ético y profesional en el cumplimiento de su deber, que también incluye el amor por su patria y la defensa de sus atletas.

domingo, 17 de agosto de 2008

MPN en defensa de la verdadera libertad de expresión

Movimiento por el Periodismo Necesario
se declara en abierta actitud de defensa
a la verdadera libertad de expresión en Venezuela

Desde hace ya casi una década, los medios de comunicación venezolanos han concertado una alianza política con miras a despojar de su investidura presidencial al Presidente Hugo Chávez Frías, el más legítimo mandatario que haya gobernado país alguno, ratificado por la mayoría de la población en diez oportunidades.
Esos medios de comunicación se valen de la mentira, de la manipulación, de la desinformación, del ocultamiento de la verdad, para intentar alcanzar sus oscuros fines políticos. Lamentablemente, se han valido de conocidos periodistas integrantes de sus nóminas, para servir de instrumento en esa conspiración que le ha ocasionado profundos daños a la economía del país y a un considerable porcentaje de la población, enajenada por sus mensajes mediáticos.
Esos periodistas, sin ningún tipo de escrúpulos, violan de manera constante el Código de Ética del periodismo venezolano. Recientemente, avalados por el voto de una insignificante minoría, esos comunicadores fueron electos para dirigir unas estructuras gremiales que la inmensa mayoría del gremio rechaza. Prueba de ello es la altísima abstención que se produjo en ese proceso. Sin embargo, a pesar de la ilegitimidad que acompaña su designación, pretenden erigirse en voceros del "periodismo venezolano" para denunciar ante el mundo que aquí en nuestro país se viola la libertad de expresión y se amenaza la integridad física de los reporteros. Ni una cosa ni la otra han sido avaladas por las numerosas organizaciones y personalidades que han visitado al país para constatar las tales violaciones. Muy por el contrario, la absoluta libertad de prensa que hoy existe en Venezuela se evidencia diaria y constantemente en el quehacer periodístico del país: ningún medio de comunicación que sirve a los intereses de la oposición ha sido cerrado, ni ningún periodista ha sido encarcelado por las numerosas violaciones al Código Penal en que han incurrido. Sólo el canal estatal Venezolana de Televisión y el comunitario Catia TV fueron violentamente agredidos y clausurados en sucesos de todos conocidos , de los cuales la oposición fue directamente responsable.
Más recientemente, el 11 de agosto, un trabajador de ANTV, Guillermo Torín, identificado con un chaleco de la emisora, fue salvajemente agredido por seguidores del alcalde opositor Leopoldo López, inhabilitado políticamente por improcedentes manejos administrativos, quienes lo golpearon hasta el punto de que resultó con un brazo fracturado y un pulmón perforado. Ni el Colegio Nacional de Periodistas ni ninguno de los líderes de la oposición mediática, han formulado pronunciamiento alguno ante tan insólito y condenable hecho.
El Movimiento Periodismo Necesario, grupo de opinión que incluye más de 500 periodistas y comunicadores del país, repudia las cobardes acciones de los grupos opositores y nos declaramos en abierta actitud de defensa a la verdadera libertad de expresión en Venezuela.
¡No al fascismo! ¡No a la mentira!
Movimiento por el Periodismo Necesario. Caracas, 17 de agosto de 2008

www.periodismonecesario.com; www.periodismonecesario.blogspot.com

periodismonecesario2008@gmail.com; periodismo_necesario@yahoo.es

lunes, 4 de agosto de 2008

Kapuscinski: el periodismo necesario

Eduardo Huchín Sosa*

Hace más de dos meses (el pasado 24 de enero) que murió Ryszard Kapuscinski, a los 75 años. He de precisar que escribo este artículo a destiempo, un poco para recordar que la mayoría de los periódicos campechanos apenas le dedicaron unas líneas y lo sintomático que así haya sido.

El gran reportero polaco cubrió 27 revoluciones y golpes de estado en África, Asia y Latinoamérica. Estuvo condenado a muerte en 4 ocasiones. Escribió un puñado de libros fundamentales y trabajó para los más prestigiados medios del mundo (como el New York Times o el Frankfurter Allgemeine Zeitung de Alemania). Recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003. El extraordinario periodista (licenciado originalmente en Historia) trazó con sus escritos las imágenes más representativas del convulso siglo XX, pero sobre todo legó una ética de trabajo que sería bueno recordar.

El autor de libros como Ébano, El imperio o Los cínicos no sirven para este oficio, transmitió la importancia de las voces anónimas incluso para describir el poder que responde a un solo nombre. De la revolución iraní a los cambios políticos de Angola, del enfrentamiento bélico entre Honduras y El Salvador hasta el destronamiento de Haile Selassie de Etiopía, las crónicas de Ryszard Kapuscinski fotografían la movilidad del mundo y le dan sentido a una historia que también se "construye desde abajo".

Alejado de las comodidades de los reporteros estrella, Kapuscinski prefirió las pensiones de mala muerte, los autobuses, los barrios pobres. Supo que la Gran Historia se mezcla con la pequeña y que en innegable puzzle de la realidad, cada fragmento cuenta.

Cuando tuvo que hacer su primer viaje, a la India, enviado por el periódico donde trabajaba, no sabía nada de aquel país y su primera reacción fue la estupefacción y pánico: ¿qué decir de un mundo completamente desconocido? La jefa de redacción le regaló para el viaje un pesado libro escrito 2 mil 500 años antes: la Historia de Heródoto. El libro le enseñó que la única manera de conocer, de buscar respuestas, era preguntando, observando con detenimiento, caminando el trayecto necesario para saber lo que se quería.

Kapuscinski recuerda:

"Heródoto era un hombre curioso que se hacía muchas preguntas, y por eso viajó por el mundo de su época en busca de respuestas. Siempre creí que los reporteros éramos los buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede".

¿Los reporteros actuales están movidos por esa misma ética de la indagación? Cuando pregunté si en la Escuela de Comunicación leían, habían leído o tenían intenciones de leer a Kapuscinski, me sorprendió saber que no. Por eso decía que la escasez de interés en los periódicos locales era sintomática: para los editores campechanos, Kapuscinski era otro escritor más de nombre impronunciable, al que sólo habían oído hablar porque acababa de morirse.

No obstante la muerte del periodista polaco debería promover la reflexión sobre el oficio del reportero, sobre la importancia social de testificar los hechos y el auténtico sentido de la libertad de expresión. Ahora que los medios de comunicación constituyen más que nunca "el cuarto poder", Kaspuscinski nos recuerda que lo esencial está alejado de los reflectores.

Cuando escribía su fresco sobre la extinta URSS, Kapuscinski (que hablaba a la perfección la lengua rusa) logra mezclarse entre la población y ser uno de ellos, para cumplir uno de sus propósitos esenciales: comprender al otro, confundirse con la ciudadanía a la sombra que conformaba la decadente utopía socialista. ¿Cuántos reporteros pueden hacer lo mismo: fungir desde el anonimato? La mayoría, consciente de la aplastadora importancia de los medios (más que de su medio en particular) hace evidente su condición de "periodista". Con chalecos y automóviles que dicen "Prensa", con grabadoras portátiles acosando al funcionario que acaba de salir de una reunión, los reporteros actuales exigen respuestas en vez de buscarlas más allá de los círculos de poder. ¿Sería demasiado pedir un periodismo fuera de los nombres públicos y sus pleitos personales?, ¿explicaría esa persistencia en mencionar funcionarios el hecho de que la realidad a ras de suelo no envía canastas navideñas? Los periódicos se han vuelto un inventario de personajes brincando de declaración en declaración, para terminar conformando eso que Gideon Lichfield llama "la declarocracia de la prensa": quién dijo qué para responder a quién.

Este síntoma es comprensible si nos atenemos a las condiciones en que se ejerce el oficio en Campeche: cumpliendo la cuota de notas al día, adheridos a las comisiones, respetando las fuentes, siempre en busca de la versión oficial. Y eso es todos los días. ¿Se puede exigir, como pedía Kapuscinski, entender el contexto, rastrear ese otro discurso que generan los ciudadanos anónimos? Pero el escritor polaco tenía mucha conciencia del inicial esclavismo de los reporteros y de la paciencia que se necesita para hacerse de un nombre entre los lectores, para quienes habría que escribir, no para los ejecutivos del medio.

Sobre el carácter social de la profesión, hemos de reconocer que en el periodismo local, capturar la opinión pública significa dirigir la opinión. Los sondeos obedecen a preguntas a las que es difícil salirse del guión. "¿Está usted conforme con el alza a la tortilla?" El "No" unánime (previsto incluso desde la pregunta) sólo corrobora la tesis de que el Gobierno hizo algo mal, pero no explica nada más.

¿Será que toda gente habla de sus gobiernos y la política, o será que a los periódicos únicamente le interesa la gente que habla sólo de sus gobiernos y la política? El periodismo de tamiz social hecho en Campeche es el periodismo que denuncia problemas que alguien tiene que resolver. Es un llamado de atención con dedicatoria: el diputado tal se ha olvidado de su distrito, ¿ha cumplido su promesa el funcionario tal?

Kapuscinski tuvo otra gran virtud que es necesario rescatar: sabía escribir. No se trataba sólo de redactar bien, poner las tildes en el lugar adecuado, sino de comprender el problema que entraña la literatura. El lenguaje es maleable, sirve lo mismo al político que al artista. ¿Con qué palabras retratar el microcosmos que me ha tocado describir? Los periódicos actuales han privilegiado la asepsia y nos la han vendido como objetividad. Ese lenguaje tan cercano al boletín, donde hay que poner lo importante siempre en el primer párrafo, ha convertido la labor periodística en una transacción de datos. En este periodismo, la línea editorial proviene de dejar fuera unos datos y subrayar otros. "No gano tanto por lo que publico sino por lo que no publico", dijo hace años el dueño de un periódico mexicano.

Kapuscinski opinaba (dice María Nadotti) que no podría ser periodista "aquel que creyera en la objetividad de la información, cuando el único informe posible resulta personal y provisional". La realidad es la máquina más perfecta de movimiento perpetuo y también el más complejo laberinto de espejos. Quien está consciente de esa peculiaridad, toma su percepción con cautela, pero no la abandona.

¿Cómo ejercer el periodismo en un microcosmos tan contradictorio, donde no hay buenos ni malos como en las telenovelas de Televisa? A través de una intención ética. El único periodismo posible, nos recuerda el autor polaco, quiere provocar algún cambio, está luchando por algo. Maria Nadotti en la introducción de “Los cínicos no sirven para este oficio” resalta que la de Kapuscinski es "una historia de individuos, de existencias analizadas en su materialidad, totalmente antiideológica. Nunca es tendenciosa y, sin embargo, nunca es indiferente". Algo esencial, porque para el autor de El imperio, no se puede escribir sobre alguien a quien se desprecia, a quien se le ve sobre el hombro. Y sin duda alguna, esa misma materia literaria y periodística que usó Kaspuscinski para comprender al otro, es la misma que puede usarse para verlo como un extraño.

Para Kapuscinski no hay periodismo al margen de la relación con los otros. Son los otros quienes aportando su visión del mundo nos ayudan a comprenderlo. Por ello, no sirve el periodismo que sólo se acerca a los territorios pobres para inquirir al final de la nota: ¿qué ha hecho el gobierno para solucionar esto? No sirve el periodismo que sólo va a tomar una postal del suceso. Kapuscinski nos recuerda que el mejor periodismo es personal y creativo, no la producción artesanal de palabras para el periódico. Más allá de su obligada presencia en los estantes de las librerías, su muerte debería servir para no olvidar el objetivo ético del oficio y el motor de la mejor literatura de la realidad: "la genuina pasión por los semejantes".


* Eduardo Huchín Sosa (Campeche, 1979) es autor del libro "¿Escribes o trabajas?" y aparece en las antologías "Inventa la memoria", "Novísimos cuentos de la República Mexicana" y "El hacha puesta en la raíz. Ensayistas mexicanos para el siglo XXI". El texto anterior fue publicado originalmente en su blog.


sábado, 2 de agosto de 2008

“Ley del periodismo”

Por: Hildegard Rondón de Sansó


Ha sido planteada la modificación de la Ley del Ejercicio del Periodismo y cabe preguntarse: ¿Debe existir una Ley del Ejercicio del Periodismo o una Ley del Periodismo? La respuesta es el punto de partida de cualquier debate.

Las leyes de ejercicio profesional forman parte de una etapa en la cual se reguló a las carreras tradicionales, que son aquellas en las cuales el egresado universitario es un profesional que otorga sus prestaciones directamente a un usuario (cliente, paciente), que le cancela los honorarios por los servicios recibidos. Es esta fórmula contractual, la que domina la temática normativa.

Fue así como durante el predominio de la exclusiva concepción del ejercicio profesional como una prestación individual, se regularon las carreras universitarias, que implicaban la relación de un prestador de servicios con un usuario: así la Ley del Ejercicio de la Medicina; de la Odontología; de la Abogacía. Al surgir nuevas carreras, carentes del indicado carácter, sin embargo, se las siguió sometiendo al mismo régimen.

Es por lo anterior que creemos que en estas nuevas profesiones de corte diferente al tradicional lo que interesa es que se regule a la profesión como tal constituyéndose en un texto organizativo; de las formas de prestación y del perfil del prestador.

Por lo que atañe a la necesidad o nó de la reforma de la ley del periodismo, aún cuando dudemos de la validez de los parámetros que la fundamentan, la respuesta tiene que ser positiva, nó por razón del tiempo de su vigencia, sino porque entre el momento de la promulgación y el presente, se produjeron hechos que han modificado el régimen jurídico del país. En efecto, la ley de 1994 fue dictada bajo la Constitución de 1961; en cuanto que la Constitución Bolivariana de 1999, significa un cambio profundo en la vida nacional.

Por si ello fuera poco, hay un factor fundamental que se ha ido delineando en este período, y es la presencia del poder mediático, es decir, los medios de comunicación como factores determinantes de influencia político-social: como una de las armas más importantes en la sociedad. Este enorme valor de la figura se complementa y activa con la internacionalización, o globalización.

Hay una tercera razón de importancia para el cambio, y es que ese poder mediático actual, es un poder desbordado, sin frenos, porque tiene un escudo constituido por el sacrosanto “derecho de expresión”, entendido como un derecho más sagrado que la vida y que la dignidad, ya que surgió a través de la lucha en contra de las tiranías y, al ser ese el origen de su fortalecimiento, adversarlo significa estar ligado a lo que se le opone: las dictaduras, las mordazas, las censuras.

El derecho de expresión se ha trasformado así en una coraza que se ostenta para cubrir cualquier desafuero. Recuerda a la imagen de los niños utilizados para cometer fechorías, dada su impunidad.

Si se mantiene el mismo corte que tiene actualmente la ley, el punto fundamental de su reforma debe estar en el reconocimiento de las distintas maneras del ejercicio del periodismo y en la diversidad de sus instrumentos. Aquí el legislador debería acercarse al uso de las nuevas tecnologías y formas de divulgación y, con la generosidad que debe ser propia de un régimen como el actual, debe acoger todos las iniciativas que están operando en la base de la población para que se fortalezcan las novedades existentes, como lo son entre otros, los medios alternativos.

 
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